Hoy vamos a hablar de la extinción de insectos. Cada vez somos más conscientes de que el ser humano está provocando la sexta gran extinción en el planeta. Todos/as nos acordamos de esos grandes vertebrados, pero no nos acordamos tanto de las plantas y muy pocas veces miramos hacia esos pequeños insectos que nos rodean en cualquier lado.
En mitad de esta crisis de la Covid-19, hemos visto como, en estos días de encierro, la naturaleza iba retomando poco las calles. Y NO, los delfines no se presentaron en Venecia. Sin embargo, es cierto que tanto flora como fauna han ido retomando los espacios antropizados. Los parques, calles y plazas eran la nueva naturaleza.

Se calcula que hay entre 5 y 6 millones de especies de insectos, de las cuales solo tiene nombre y apellidos una quinta parte. Se calcula que, en las próximas décadas, más de un millón de especies se enfrentarán a la extinción y, de estas, la mitad son insectos. Mucha gente se puede alegrar a priori de esta pérdida. Sin embargo, es necesario entender que un gran número de ecosistemas dependen de ellos. Por no hablar de nosotros, los humanos.
Necesitamos a los insectos
Por poneros un ejercicio mental rápido, las abejas son las mayores polinizadoras de las plantas de cultivo. Si desaparecieran ¿qué podría ocurrir? Espero respuestas en los comentarios. Mientras, podéis visitar a bee_nfluecer.
Los insectos proporcionan muchos servicios al ser humano, tanto desde el punto de vista comercial (aprovisionamiento) como desde el no comercial (soporte, regulación y servicios culturales). Como ya vimos en la entrada de la semana pasada, los servicios de tipo comercial que nos ofrecen los insectos van desde ser fuentes de fibras y comida hasta indicadores de calidad, pasando por agentes de biocontrol (entre otros).
Desde el punto de vista regulatorio, intervienen en el ciclo de los nutrientes, previenen el cambio climático, controlan especies invasoras y (por nombrar el que a mi parecer es uno de los servicios más importantes) tienen un papel esencial en la polinización.
Como servicios de soporte, actúan en la creación de hábitats, formación de suelos y participan en la producción de oxígeno a través de su interacción con las plantas.
Respecto a lo cultural, los insectos han aparecido en las artes, los mitos y las historias. Es más, las especies endémicas dan un sentido de hogar y son preciados por el turismo de naturaleza.
Si estos servicios los ponemos en una suma de dinero, podemos encontrarnos rondando los 33 billones de dólares anuales. Y eso, compañero/a, son muchos ceros (1012 para ser exactos).

Somos los culpables de la extinción de insectos
Estamos destruyendo los hábitats con carreteras, presión inmobiliaria, turística o ganadera. Y cabe tener en cuenta que el 50% de las especies endémicas se encuentran recluidas en 36 hotspots de biodiversidad (lo que cubre únicamente el 2,5% de la superficie de la Tierra). Por tanto, si hay una pérdida de hábitats y una fragmentación de estos, se ve reflejado (negativamente) en las especies que viven ahí.
La contaminación que producimos, así como el uso de pesticidas, herbicidas y similares afectan directa y voluntariamente sobre los insectos. Pero no solo eso, debido a la exposición constante a estos elementos se produce una bioacumulación y biomagnificación dentro de las cadenas tróficas, afectando directamente a las poblaciones.
Otra de las causas de la extinción de especies de insectos, se debe a la sobreexplotación de estos insectos tanto para convertirlos en mascotas (hormigas, mantis, orugas…), como para su uso ornamental como pueden ser los insectiarios.
No podemos olvidar las coextinciones. Sabemos que hay muchísimas especies que dependen de otras. Por ejemplo, si por alguna razón se perdiera el animal parasitado o la población de plantas a la que polinizan específicamente, desembocaría en una desaparición, por consiguiente, del insecto especialista.
¿Qué podemos hacer?
Sabemos que muchos insectos ocupan microhábitats. En los casos que esto ocurre, la división del terreno entre especies se vuelve principalmente vertical, apareciendo, por ejemplo, especies en el subsuelo, otras sobre el suelo y otras encontrándose sobre los árboles. Por ello me pareció curioso el «Reto Buenas Hierbas» que creó la organización Ecourbe para proteger los pequeños nichos, estas islas, donde pueden darse microhábitats en los cuales puedan guarecerse flora, insectos y avifauna.

¿En qué consistía el reto? En enviar una foto de alcorques o zonas en las que las tradicionalmente denominadas «malas hierbas» han conquistado terreno. De este modo, se le podía dar un valor añadido a las buenas hierbas. Según Elena Moreno (Ecourbe), está visto que en las ciudad estas #BuenasHierbas, no solo embellecen, sino que previenen la desertización o el empobrecimiento del suelo.
Con todo esto, nos encontramos en un punto de inflexión para nuestros amigos hexápodos que o bien los protegemos ahora o tendremos que arrepentirnos en el futuro.
Más información sobre extinción de insectos.
La review completa la puedes leer aquí: Cardoso, P., Barton, P. S., Birkhofer, K., Chichorro, F., Deacon, C., Fartmann, T., … & Hill, M. J. (2020). Scientists’ warning to humanity on insect extinctions. Biological Conservation, 242, 108426.
Puedes conocer más de ecourbe en su página web (aquí) o en su perfil de Instagram donde tienen mucha activad (@ecourbeasoc).
Buenisimo articulo. Me ha horrorizado pensar que es posible que haya personas que se alegren del mal de los insectos. Una vez escuché decir a uno que iba de listillo por la vida: «ojalá se extinguieran las abejas» Por cierto en Estambul si se vieron los delfines por todas partes, hay muchos videos.
Eso de que haya tantos millones de insectos sin nombre, implica que vamos por la calle y nos topamos todos los dias con insectos a los que podríamos dar nombre nosotros o que?
Y muy bien la colabo con Ecourbe, son unos cracks! (o una crack diria yo, jajaja)
jejeje
Saludos !